20 MINUTOS

miércoles, 9 de noviembre de 2022

 Mi experiencia en Turquía




 Recuerdo que, en abril del 2019, antes de emprender viaje a Turquía, muchas personas nos decían que era un país peligroso, entre otras cosas para asustarnos. Al final de las dos semanas, no solo no tuvimos ni una sola mala experiencia, sino que además ha sido uno de los mejores viajes que he hecho hasta ahora y que jamás olvidaré.

 

El viaje comenzó en Málaga, tomamos el vuelo Málaga-Estambul con escala en Múnich. Para luego tomar un bus desde Estambul hasta Eskişehir, la ciudad donde se encuentra nuestro hotel reservado. Fuimos desde el lado europeo del país, hasta el dado de Asia Menor.


 

Eskişehir es una ciudad bastante más moderna y abierta que otras de Turquía. En esto influye, en cierta medida, la gran cantidad de estudiantes y, además, estudiantes internacionales.

 

Nos ayudó mucho que un turco nos hiciera de guía por la ciudad, aunque de vez en cuando también salíamos por nuestra cuenta. En ambas circunstancias nos encontramos a gente muy amable por la calle, dispuestos a ayudar a los extranjeros. En las tiendas por donde pasábamos nos ofrecían té turco sin costo alguno.

 

Al ser un país tan grande, es posible que te encuentres con personas de todo tipo, como en cualquier lado. Unos más amables que otros, algunos más educados… en fin, cada persona es un mundo.

 

La diferencia de cultura es palpable, lo que hacía todo aún más interesante. Por supuesto, para ellos también. No es de sorprender que los hombres busquen entablar conversación con los extranjeros, especialmente con las mujeres.

 

Claro está, es recomendable tener cuidado -como en cualquier parte del mundo- y ser prudente al salir.

 

Cabe destacar que Turquía es un país laico, sin embargo, la gran mayoría de los habitantes son musulmanes.

En las mezquitas no se puede ir con pantalones cortos o camisetas de tirante. Además, las mujeres -incluso las extranjeras- deben taparse el pelo. Para esto, puede usarse una bufanda, ya que puedes llevarla en el cuello como de costumbre, hasta que necesites colocártela en la cabeza.

 

        Mezquita Azul, Estambul.

He de decir que la gastronomía turca es la más deliciosa que he probado hasta el momento. Desde sus entradas y platos principales, hasta sus postres.

 

El Döner se sirve totalmente diferente a como suelen hacerlo en los restaurantes de comida rápida del resto de Europa. En los restaurantes a los que fuimos -bastante económico al cambio de moneda- lo servían todo muy delicadamente en el plato. A veces acompañado de yogur, por si resulta picante poder mitigarlo.

 


Encontrarás todo tipo de dulces, cada uno más rico que el otro. No obstante, el que jamás olvidaré es uno que ni imaginaba qué podía ser. Hasta que lo probé y resultó ser muy similar al algodón de azúcar. Su nombre es Pişmaniye y consiste en hebras finas de harina tostada con mantequilla en azúcar caramelizada.

 

Por lo general, no hay muchas personas que hablen inglés. Por lo que, si necesitas alguna ayuda, mejor hablar con gente joven que probablemente sí sepa inglés.

 

El último día sí lo pasamos en Estambul. Gracias a nuestro amigo turco, pudimos ir directamente a los sitios más importantes y aprovechamos al máximo el día. De todas formas, al ser una ciudad enorme lo mejor es dedicarle más tiempo. Pasear con calma, para empaparte mejor de la cultura, su gente y sus atractivos turísticos.

 

En definitiva, Turquía es un país que merece la pena conocer y pasar varios días en él. Podrás descubrir sus grandes ciudades, los exóticos parajes, ruinas romanas, playas, su cultura y su gente.


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